Un sistema obsoleto


Nos encontramos en un momento de nuestra historia que sin lugar a dudas, se escribirá en los libros. Por ese motivo, necesitamos más que nunca asumir nuestra responsabilidad individual, siendo conscientes de nuestra vida en sociedad, para contribuir a construir un futuro diferente, desde nuestro momento actual.

Vivimos en un mundo en constante cambio. La revolución digital y de las comunicaciones nos hace vivir además, en un mundo conectado. La política internacional ocupa una gran parte de la parrilla informativa, y la política nacional, degradada, no trabaja en resolver los verdaderos problemas que tenemos: las injusticias sociales, la pérdida de nuestro sector primario, la insuficiente prestación de los servicios públicos (especialmente la Sanidad), nuestro sistema tributario, pérdida de soberanía en favor de organismos no democráticos, …etc.

Además, absolutamente ningún medio de comunicación o partido político, habla del principal problema que arrastra nuestro país, y es que no es una democracia. Tenemos un sistema obsoleto, un sistema degenerado en una partitocracia, que ni bipartidista ni multipartidista, representa una verdadera democracia. 

Me gusta dejar claro que esto, hoy en día, no ocupa ni un solo segundo de los medios de comunicación, y teniendo en cuenta, que representa un verdadero ataque a sus privilegios, parece tener todo el sentido. Además, llega a ser incluso ridiculizado (yo mismo lo he hecho). “¿Cómo que no vivimos en una democracia, es que no eres libre, no puedes elegir y votar libremente? bla bla bla bla.” Y la realidad es que no.

Hay una verdadera maquinaria mediática para sostener el partidismo y esta Monarquía constitucional, que, al menos, debería hacernos reflexionar sobre aquello del discurso único. Es lo que hace sobrevivir el sistema. 

No tenemos separación de poderes. 

No existe el principio de representatividad.

Volviendo al problema, es imprescindible abordarlo desde una posición lo más objetiva y lógica. Quiero ahora, hacer mención a dos movimientos políticos que merecen mi consideración por defender y hacerme ver, en definitiva, la necesidad irrenunciable de cambio. El Movimiento de Ciudadanos por la República Constitucional y la Junta Democrática de España. 

Comparto gran parte de las ideas que representan y defienden, siendo la primera y principal: alcanzar la verdadera libertad, la libertad política colectiva. Con un periodo de libertad constituyente, como solución.

Y en este punto, es donde he sentido mi propia hipocresía, al no compartir la abstención total en todos los procesos electorales como la herramienta imprescindible para deslegitimar el Estado (el sistema). 

Creyendo además que los municipios representan hoy la política más cercana a los ciudadanos, es indispensable participar en el debate, aunque haya que asumir las reglas impuestas, para poner sobre la mesa el verdadero problema de nuestro país y una solución real.

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